jueves, 31 de marzo de 2011

Predicar (con el ejemplo) / Por Carlos Bueno


Predicar (con el ejemplo) 

Por Carlos Bueno

Las figuras se han quejado del toro, de los reconocimientos, de los presidentes y de televisión. Se equivocan. Ya es hora de que se dejen de palabrería. Sus reclamaciones no tienen pies ni cabeza. “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (Lc 6, 39-45).

Con todo esto del paso de la Fiesta de los toros al Ministerio de la cultura y el arte, me da la impresión de que algunos están confundiendo las cosas. Pudiera ser que pisar las mullidas alfombras de los despachos ministeriales haya influido en el ánimo de algunos toreros, pues parece que pretenden que el trato de “artistas” conlleve mayor “comodidad” en la profesión.

Sí, los toreros son artistas; para mi lo son. Pero el torero, por encima de todo debe se un héroe. ¿Artista? Esa condición debe llegar por añadidura. Quien únicamente sea artista podrá pintar toros, o esculpirlos, mas nunca enfrentarse a ellos. Sin embargo, un torero es alguien capaz de realizar lo que la inmensa mayoría de mortales somos incapaces: desafiar a una fiera por decisión propia, sin necesidad vital de hacerlo, y realizarlo con sorprendente estética. En definitiva un valiente, un héroe. Y como tal debe inspirar literatura para alcanzar fama, dinero y posición social.

Viene esto a colación de las declaraciones que Esplá, Ponce y El Juli realizaron la pasada semana en la clausura de las jornadas sobre Tauromaquia que la Asociación Taurina Parlamentaria organizó en Sevilla. Se equivocaron las figuras aseverando que "ahora todas las plazas quieren el toro de Bilbao o Pamplona". No, no se trata de que salga ese tipo de astado en todas partes. Dios nos libre de no aceptar la idiosincrasia de cada coso, con su toro, más grande y ofensivo o más armónico y “grato”. Pero es fundamental que siempre, independientemente del volumen del animal, se respete su total integridad y su condición de bravo. Lo contrario poca categoría de héroe confiere, menos literatura inspira y nula fama, dinero y posición social otorga. Para ser héroes han de lidiar, no toros de Bilbao o de Pamplona, no gigantescos, sino encastados.

El Juli manifestó su malestar porque “en España se rechazan muchos ejemplares en los reconocimientos”, opinando que “parece que todos los toreros son unos ladrones que van a engañar al presidente de turno”. Acaba de terminar la Feria de Fallas, y los toros que las figuras han elegido y se han traído bajo el brazo han dejado muchísimo que desear. No digo yo que hayan intentado engañar a nadie, simplemente pienso que era el momento de obrar, de demostrar con hechos y no con palabras sus intenciones. Sin embargo el resultado ha sido deplorable.

Continuando con las reclamaciones de los toreros, El Juli abogó por un espectáculo “menos rígido y encorsetado, en el que el torero sea el máximo responsable de su actuación”, y se mostró partidario de restarle peso a la figura del presidente. En mi opinión la gloria se alcanza cuando, jugando en igualdad de condiciones, rigiéndose bajo las mismas normas, se consigue sobresalir. En fútbol no se pueden colar goles con la mano ni en fuera de juego, y así lo acatan todos los equipos. Se pueden equivocar los árbitros, claro, y también los presidentes de las corridas, pero se presupone su objetividad, independencia y buena voluntad. Los presidentes son los árbitros que deben defender la integridad del espectáculo y los intereses del público, que es quien con su aportación económica sostiene la Fiesta, y eso conviene no olvidarlo.

En las mencionadas Jornadas también se quejaba Esplá de Televisión Española, que no quiere televisar ni un solo espectáculo en la actualidad y sin embargo se lucra con la explotación de las imágenes de archivo. Y posiblemente tenga razón. Pero, visto lo visto el pasado 19 de marzo en Valencia y el siguiente día 27 en Castellón, ambas corridas televisadas en abierto por los canales autonómicos, ¿de verdad alguien cree que TVE puede recuperar el interés por las retransmisiones taurinas con semejantes bodrios?

Hay que lidiar toros bravos, de todos los tamaños, pero íntegros y con viveza. Hay que acatar las normas, iguales para todos y fundamentales para salvaguardar la esencia de la Fiesta y respetar a la clientela. Y hay que cuidar mucho las corridas a televisar. Sólo si se ofrece un espectáculo atractivo repleto de verdad y emoción habrá futuro. Las figuras del toreo tienen todavía el voto de confianza de la afición, todavía. Quizá sea el momento de que lo consoliden, además de con sus palabras, con sus obras. Es hora de predicar con el ejemplo.

1 comentario: