miércoles, 16 de marzo de 2011

A MERCED DE LA HISTORIA / Por Aquilino Sánchez Nodal

-El Juli en Bilbao-

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A MERCED DE LA HISTORIA

 

Por Aquilino Sánchez Nodal


     ¿Se han parado ustedes a pensar en que, Julián López “El Juli”, podría ser el torero que pasara a la historia como un nuevo pilar imprescindible de la tauromaquia? Se sentaría en su propio y merecido trono junto a “Paquiro”, “Guerrita”, “Manolete” y “El Cordobés. Sin discusión “El Juli” está escribiendo un espléndido capítulo de la mejor manera de interpretar todas las suertes en especial la de matar que es la más importante y que muy pocos matadores han podido realizar perfecta. Julián es el matador de toros que además de valor y arte ha puesto sal y pimienta, o sea, alegría y emoción con la mayoría de los toros que ha lidiado desde su infantil tiempo de niño torero. Por que no cabe duda que, a juzgar por lo que ha demostrado en sus mil corridas, es un decir, resulta un profesional serio ante sus competidores en la paz y en la guerra. Esto sí que va de veras, tanto, que esta última temporada que ha fenecido y desde la primera actuación de “El Juli” el éxito ha coronado todas, hasta culminar en un esplendoroso epílogo americano. En contra de sus colegas y para extrañeza de seguidores, este año durante su mínimo descanso, Julián no ha empleado el asueto en dejarse la barba como hacen muchos “horteras” para significarse, hasta en estas alegorías mundanas resulta diferente, ha dedicado su tiempo y cariño a procrear toreritos, según tengo oído y además, “repetidos”. Nuestro personaje se encuentra en un momento cumbre de felicidad y madurez y va a ser padre. Hasta se muestra orador y se atreve a balbucear exigencias a los politicastros, solo o en compañía de soberbios que no le han hecho la menor sombra en los diez meses de confrontación en los ruedos.
     Los clásicos griegos decían que no son buenos los excesos y Julián López ha hecho promesa de reducir sus actuaciones en esta temporada recién comenzada. A mí admirado matador le falta “algo” que le ha dejado en Príncipe del Toreo Moderno. Los aficionados litigantes y suspicaces no han podido oscurecer sus triunfos con el anterior alegato de “serrucho y barbero” por falta de pruebas irrefutables aunque han desahogado sus sospechas en el círculo que rodea al torero desde sus comienzos, rematado con un indulto innecesario y antirreglamentario en Alba de Tormes. Muchos denuncian que pagan para ver una corrida de toros y asisten a un tentadero de toritos en algunas plazas pero esto también sucede con demasiadas figuras y son de cartón.
     Julián López, por lo visto y leído, no podría haber tenido otra profesión, ha nacido torero. En eso no se parece a los antiguos matadores a los que a veces quiere emular, Los Romero, José Cándido, Montes, Juan León, “Frascuelo” etc. que fueron toreros excepcionales pero igualmente pudieron ser alabarderos si las circunstancias lo hubieran exigido. Se me ocurre que si Julián fuera la reencarnación de un matador de toros anterior habría sido José Delgado “Pepe-Hillo”. Es el único antecesor al que se le puede comparar, ídolo de multitudes, cumplidor, implicado, arriesgado y entregado al público todas las tardes, gusten o no sus actuaciones. Este genial matador debería haber podido pronunciar la famosa frase de Delgado: -“Después de mí “naide” y después de “naide”, cualquiera”.
     Muchos años en lucha constante consigo mismo, su cuerpo y su mente. Hasta las piedras se redondean y erosionan ellas solas por el discurrir del tiempo y pierden sus picos cortantes.
     Julián López ha logrado casi la perfección en el toreo pero le ha faltado la magia que proyecta el arte y el alma hasta la cima del Olimpo Taurino. No ha fundido el sentimiento con la suficiente fuerza necesaria para traspasar el cerco que implica a las gentes con el toro, sean aficionados o curiosos. Quizás lo tenía en la mano en sus comienzos, cuando llenaba las plazas él solo. La seguridad le llevó a dejar la torre de vigilancia y otro siguió sus pasos, también pudiera ser que se trasparentaran las maniobras de sus consejeros.
     “El Juli” está en la historia de la tauromaquia como uno de los mejores matadores de toros de todas las épocas pero no es el torero que ensancha y supera la historia para salvarla en momentos difíciles y lograr el retorno de los espectadores a los tendidos. Por una burla del destino el Rey de Oros de nuestro tiempo no es el que hubiéramos escogido la mayoría de los aficionados pero ocupará un sitio principal junto a los “salvadores” de las corridas de toros en tiempos terribles: “Paquiro”, “Guerrita”, “Manolete”, Manuel Benítez y … José Tomás.

Aquilino Sánchez Nodal.  


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