miércoles, 22 de diciembre de 2010

Torero en Estocolmo / Por Ricardo Díaz-Manresa

 ""...Estocolmo se ha convertido en el 2010 en la capital mundial de los grandes gestos protaurinos. Ahora ha sido Mario Vargas LLosa, el Nobel torero, el que ha difundido y defendido el espectáculo, con su foto con montera. Antes lo fue la princesa doña Elena con aquel vestido-capote en la boda de Victoria. Marketing al máximo nivel que ni pensado y generosidad en estas dos citas mundiales en la capital sueca. Ni soñado...""

Torero en Estocolmo

Ricardo Díaz-Manresa
No había tenido el eco merecido el gesto de Mario Vargas Llosa –Nobel torero- de aparecer en Estocolmo fotografiado con una montera. Incluso pocos medios informativos en España se habían hecho eco. De gestos como el que nos ocupa, pasan, mientras sacan hasta en la sopa multitudes de estupideces e imbecilidades. Pero esto es lo que hay ahora en España a todos los niveles.

Volviendo al tema positivo, tenemos que sacar dos conclusiones, a cual mejor. Vargas Llosa, que es valiente como los toreros (lean su discurso en Estocolmo) reforzó una vez más y en este escenario mundial el espectáculo taurino. Dio la cara por él, se arrimó, se cruzó y se jugó las femorales.

Tenemos una princesa torera a nivel mundial, doña Elena, como lo demostró con su acapotado y espectacular traje en la boda de Estocolmo. Y, ahora, también en Estocolmo, un Nobel torero. No se puede pedir más y sobre todo en la capital sueca.

Cómo es la vida. Nadie se podía imaginar que Estocolmo fuera la capital de los mayores y mejores gestos protaurinos del 2010. Dos actitudes encomiables y admirables de doña Elena y don Mario –no puede faltar el tratamiento y el reconocimiento- en el instante en que todos los ojos del mundo estaban allí. O sea, Estocolmo, la gran ciudad taurina del año que está acabando. Ni soñado.

Y menos mal –y esta es la otra conclusión positiva- que la Mesa del Toro se ha dado cuenta y leo que van a organizar un acto de homenaje al gran premio Nobel, nuestro admirado peruano-español. Menos mal que la sensibilidad se ha instalado esta vez en los taurinos. Y supongo que el agradecimiento y la defensa de unos intereses que son imprescindibles en el momento que sufrimos.

Ni el más imaginativo experto en marketing podía imaginar estos dos gestos que nos han caído del cielo y que no han sido aprovechados convenientemente.

Lo que pasa es que tanto doña Elena como don Mario son dos castas, como se dice en el territorio español, personas de reconocido por probado valor, que sienten el toreo como el mejor de los toreros, como el aficionado más íntegro, como el que más. Y lo hacen generosamente.

¿Qué añadía a la princesa su singular traje torero en Estocolmo y al Nobel su fotografía con montera? Tenían la misma gloria sin haber hecho esto.
Ahora tienen la de las almas desinteresadas que nos han ayudado tanto hasta emocionarnos.

¡Y que estemos con tantas angustias con estas ayudas impagables! Torera y torero en Estocolmo en dos grandes citas mundiales en escenarios únicos. No se puede pedir más.

 

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