domingo, 4 de septiembre de 2011

EL TAMAÑO DEL ESTADO / Por Fortunato González



EL TAMAÑO DEL ESTADO

"...Otras sociedades tienen que lidiar otros toros: los extremismos, los nacionalismos patológicos, la pasmosa estupidez de los gobernantes de la que España es el más visible de los ejemplos. Sociedades como la venezolana y la boliviana sufren su propia torpeza por colocar chocarreros ignorantes al frente del Estado..."

Fortunato González Cruz***
Por la calle real

Mérida (Venezuela), 5 de Septiembre de 2011
La democracia nació con el estigma del Estado, una creación de la sociedad para que administre el poder en nombre de ella, lo someta a reglas, lo legitime y lo limite. La discusión viene desde la lejana Grecia cuando confrontó a Platón y Aristóteles, entre otros, y adquirió una nueva vida en los debates de las constituyentes de Filadelfia, de París y de Hispanoamérica con el nacimiento de los estados modernos. Y sigue hasta hoy en la incesante puja entre liberales y radicales, los primeros para mantenerlo a raya y los segundos para traspasarle más y más poder y asegurar la imposición de ideologías e intereses.

Si a fines del siglo XVIII había que superar las monarquías absolutas y colocar la soberanía en el pueblo, hoy las amenazas contra la libertad son las mismas de entonces, repotenciadas por las nuevas tecnologías, y otras nuevas tan poderosas que amenazan tanto como la peste medioeval. Los Estados Unidos y en menor medida Europa sufren el acoso de los banqueros, los de siempre ahora globalizados, que colocan contra la pared a la sociedad que expolian, desnaturalizados como han sido sus papeles en la economía. Hinchados de dinero, empujan al consumo de bienes con obsolescencia programada; realizan su juego piramidal de acumulación insaciable absolutamente irresponsable e indolente, mientras a las grandes mayorías se les impele a gastar hasta quedar exhaustas. Por supuesto que el colapso lo paga la gente. ¿Podrá el Estado imponer los intereses de la sociedad por sobre el de las codiciosas élites financieras? En ello le va la vida.

México, Colombia y Centro América libran una batalla semejante tan cruel como la primera aunque la sangre es más visible y su aparato  no tiene la apariencia pulcra de los bancos. El origen de sus males está en la búsqueda de emociones que se alcanzan a punta de cocaína y otras drogas, que genera una corriente financiera a buen resguardo en las cajas de seguridad del impoluto mundo de las finanzas. Otras sociedades tienen que lidiar otros toros: los extremismos, los nacionalismos patológicos, la pasmosa estupidez de los gobernantes de la que España es el más visible de los ejemplos. Sociedades como la venezolana y la boliviana sufren su propia torpeza por colocar chocarreros ignorantes al frente del Estado.

La sociedad debiera haber aprendido que su bienestar está en sus manos, en su propia fuerza, no en la del Estado. Le costará mucho zafarse de sus fauces  y repensar como hace dos siglos hasta donde llevar el poder organizado. Quizás este es el tema de la enmienda constitucional española, propuesta en un irrisorio momento de lucidez para un asunto puntual. También la acción judicial emprendida por la administración Obama contra los bancos, o la operación de la ONU para extirpar una de las insólitas satrapías que sobreviven en este ruidoso siglo XXI. Cuando la élite que gobierna se pone en sintonía con la gente, entonces el Estado disminuye un poco su terrible aspecto. Pero cuidado, siempre el poder viene acompañado por los siete pecados capitales.
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***Fortunato González, es Catedratico de la U.L.A. de Mérida-Venezuela / Miembro de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales / Fundador y director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni" de la U.L.A.

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