jueves, 3 de septiembre de 2009

SUERTE DE BANDERILLAS

¿QUIEBRO O CAMBIO?
José María Sánchez Martínez-Rivero.




(Colección Cajas de Cerillas.-Text0 firmado por Gregorio Corrochano)

En el Escorial, septiembre de 2009
En el club Guerrita, situado en la calle del Conde de Gondomar, entre sus beatos y admiradores pontificaba el célebre diestro ya retirado del toreo. Dedicábase a admirarse a sí mismo, a dejarse admirar por los demás y a cuidar de sus millones y de sus cortijos. Sentenciaba, juzgaba y definía en materia de toreo y sus juicios, sentencias y definiciones eran inapelables e incontrovertibles. Entramos mi amigo y yo al citado club con ánimo de escuchar al maestro. Mi amigo, gran conversador, le preguntó si había presenciado las corridas de Sevilla.
- Yo no - dijo el Guerra- ; no me molesto de por ver a esos mamarrachos.
Mi amigo le hizo el relato de ellas y ensalzó la labor de Bombita.
- Ese es un “jua” – dijo Guerrita despectivo.
Mi amigo ponderó, aún más, la labor de Bombita.
- “Too” lo que ha hecho ese “jua” ha “sio” una “chalaura”, porque los terrenos…
- ¡Oiga!,- le dijo mi amigo, sin poder contenerse.
- ¿Qué pasa? – dijo el Guerra sorprendido por la interrupción.
- Pasa que usted no puede opinar sobre esto.
- ¿Qué yo no puedo opinar?- dijo el torero, con cara atónita -. ¿Por qué?
- Porque ha confesado usted que no había presenciado las corridas, y de lo que no se conoce, no puede opinarse y, además, porque aunque las hubiera visto, su opinión no tendría valor, porque usted no entiende una palabra de toros.
- ¿Qué yo no entiendo una palabra de toros? –dijo, con expresión de hipnotizado, mirándose con asombro, cual si dudara de quien estuviera dentro de su chaqueta fuera él…
Excuso decir cómo pudimos salir del club.
(Del libro, “De toros”, de Julián Cañedo 1955)

Sirve está anécdota para encauzar la discusión –últimamente aparecida en las retransmisiones televisivas- entre cambio y quiebro y decirle a los que lo confunden que no entienden una palabra de toros.
Vamos a razonar porqué se debe decir, cuando se banderillea, normalmente el matador, quiebro y no cambio, con argumentos de maestros de la crítica tales como “Uno al Sesgo”, “Don Quijote” y el llorado Vicente Zabala.

Leamos lo que Don Quijote (seudónimo del crítico José Díaz de Quijano) dice en su libro “Cinco lustros de toreo”,
Ejemplar de mi propiedad, página 620:

“No se canse “Uno al Sesgo” en predicar la recta tecnología taurina ¡nada conseguiremos! Y lo triste es que son los críticos, los revisteros taurinos, los empecinados y contumaces. Yo transijo y hasta empleo el término “gaonera” …
Pero ¿cómo transigir con el par al cambio?
Está de sobre explicado y dilucidado y además es claro como el agua, que con las banderillas no se puede “cambiar”, sino “quebrar” (al revés que con la capa o con la muleta), pero nuestros compañeros los críticos, son los primeros en persistir, empecinados en el error. Están envenenados de elixires y de sahumos de almizcle, y no hay medio de escriban con claridad y según la recta tecnología taurina.
No se canse “Uno al Sesgo”. Seguirán llamando “pases ayudados” a los pases con la derecha, y pases “cambiados” (con los que nada se cambia) a los ayudados; y seguirán diciendo, pese a “Uno al Sesgo” y a Montes, que con la derecha no se puede torear al natural…

Hay que dejarlos. Vivimos en plena incongruencia taurina. (1929). En 2009, 80 años más tarde, seguimos igual. Es evidente que los grandes periodistas y críticos taurinos actuales saben perfectamente de que hablan; pero en algunas retransmisiones taurinas se oye cada cosa…

Sigamos, ahora, a Vicente Zabala Portolés, en su libro “La entraña del toreo” de 1968:
“Para aquellos lectores que no conocen las diversas suertes de banderillas he generalizado, sintetizando las tauromaquias de Illo, Paquiro, Guerrita y Amós Salvador las variadas formas de parear.
Las tres primeras que se conocen son las del cuarteo, a topa carnero y a la media vuelta; después vinieron al sesgo, al relance y al recorte (que ya aparecen en la Tauromaquia de Montes); y posteriormente al quiebro, a toro corrido y de frente”.
¿Dónde está el “cambio con las banderillas, que erre que erre, dicen, tarde tras tarde, en las corridas televisadas, algunos críticos taurinos, periodistas o retransmisor televisivo con la aquiescencia, del matador retirado de turno, que le asesora o ilustra?

Hay que tener presente que cada día, afortunadamente, se incorporan aficionados jóvenes a nuestra fiesta nacional y que los que saben e ilustran han de emplear los términos exactos cuando de hablar de las suertes del toreo se trata.

Don Gregorio Corrochano, el excelentísimo crítico taurino escribió, mire usted por donde, en una caja de cerillas, de una colección que Martínez de León ilustra, lo siguiente:

“Quiebro. El banderillero espera a pie firme la embestida recta del toro. Cuando llega, saca un pie, carga la suerte y quiebra la recta embestida, evitando el embroque. Quiebro. Cambiar es citar por lado y dar salida por otro. No se puede cambiar a cuerpo limpio”.
No se puede ser más claro y conciso en tan corto espacio.

Antonio Carmona “El Gordito” en 1852 hace el par al quiebro inspirado en el toreo portugués.

62 años antes Goya en los aguafuertes de “Las locuras de Martinho” tiene uno de ellos dedicado como “Martinho pone un par al quiebro. Ya ha transcurrido tiempo.

Me pregunto: ¿Tendremos que decir aquello que decía Don Quijote? “Hay que dejarlos. Vivimos en plena incongruencia taurina”.


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