martes, 1 de septiembre de 2009

LA SERNA ESCARBA DE NUEVO

“La Serna escarba de nuevo”
Juan Lamarca
Madrid.-15.08.2009
Lo de este muchacho no tiene arreglo. Desde la tribunita en la red que le sufraga un conocido fervoroso tomasista, se empeña en escarbar nuevamente con el título de “Del Moral y los Bienvenida” y lanzar derrotes contra mi persona con manifiesta aviesa intención de enturbiar el entusiasta, nítido y alegre devenir de nuestro querido Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida, el cual se encuentra a salvo de estas arremetidas, no sólo por la insignificancia del personaje, sino por la solidez y cohesión logradas en una década de intensa actividad, por el respeto y prestigio de los que se ha hecho merecedor gracias al desinteresado esfuerzo y sacrificio de una junta directiva sin fisuras, y una legión de afiliados en bienvenidista comunión, presidido por un caballero como Don Fernando Claramunt, al que le precedió en el cargo el inolvidable Pepe Esteban, enarbolando siempre con orgullo y pasión el estandarte de los Bienvenida a fin de rememorar su ejemplar historia para la defensa, fomento y divulgación de los valores de la Fiesta Nacional, ante el disfrute y satisfacción del siempre querido Ángel Luis Mejías Bienvenida y sus hijos, nuestro Presidente de Honor desde que se fundó la asociación y confirmado a Perpetuidad desde su fallecimiento, quien manifestara con visible emoción en acto público: “Se me ha muerto mi hermano Juan, pero ahora tengo otro Juan, Juan Lamarca”.
Por tanto, no entramos al trapo insidioso de la Serna, y dejamos ya al Círculo Bienvenida ajeno a la trama en que pretende inmiscuirlo, e inmune a la pócima viperina que procura inocular. Así que recojo el guante a título personal y, como le dirían a nuestro entrañable “Socio de Honor” Manolo Navarro, “a lo negro, vamos a lo negro, maestro”.

No es casual la omisión del primer apellido Zabala para nombrar al desdichado cronista ¡del ABC!; con el segundo ya le basta. Vamos también a entrar en el juego de las conjeturas con las personas fallecidas a las que cita. Tuve el honor de conocer a aquel magnífico periodista y excepcional persona, Don Vicente Zabala Portolés; gocé de su amistad en sus últimos años de vida; en su seno recibí muestras de inquietudes que le turbaban y confidencias que reflejaban criterios y opiniones personales de toda índole y, en su virtud, podríamos suponer que estaría avergonzado de la conducta de su hijo y reprobaría el mal uso de su apellido. Además, parece ser que al niño no le disgustaría eludirlo, según la penosa impresión que ofreció públicamente en el Teatro “Muñoz Seca” al recibir el Premio “La Fábula Literaria Vicente Zabala” otorgada por el Círculo Bienvenida, cuando en su alocución, más que un reconocimiento y gratitud a la memoria de su padre, cuyo apellido, profesión y tribuna le transmitió, atribuyó en delirante cántico a la estirpe la Serna las virtudes, logros, y merecimientos de los que hizo gala como triunfador en la vida. “El punto de inflexión ha sido la sangre La Serna”, dixit. ¡Hay que ver!

Así que el muerto al hoyo, y el trofeo, para mamá, en postrado y edípico ofrecimiento. Ya lo barruntaba el llorado periodista en sus fraternales conversaciones sanfermineras con su amigo pamplonica Marcelo Jiménez, en su Museo Taurino de la calle de la Estafeta, lamentándose ambos de “lo que Dios les había dado” a los dos.

No es ningún secreto la amistad y cariño recíproco que reinó entre los Bienvenida y Vicentón: sus reuniones, tertulias, viajes, generaron cantidad de historias y anécdotas. La leyenda torera y familiar de la casa de General Mola solía recrear el fondo de innumerables crónicas taurinas de Vicente Zabala, también la de la dinastía de los Vázquez, mas nunca dedicó una línea al recuerdo de su suegro el gran matador Victoriano de la Serna; ello causaba extrañeza, pero Zabala, en privado, bien lo sabía explicar y tenía muy clara su opinión sobre la rama política familiar, la del futuro punto de inflexión.

El desventurado cronista ¡del ABC!, señoras y señores, en su expelido bodrio presume de familiaridad con los Bienvenida, y se estima, con hipócrita indignación, como depositario de los frutos de un camino recorrido entre ambas familias. Bien sabe que ese camino nace y muere con su padre, puesto que él sólo ha sido un aprovechado que no ha sabido corresponder a la decencia y caballerosidad de la familia Bienvenida (se quejaba Ángel Luis amargamente de que el niño nunca citaba en sus crónicas a los Bienvenida, como lo solía hacer su padre).

Con la misma vehemencia que Juanito y Ángel Luis se expresaban continuamente a favor de su “hermanillo” Vicentón, como cariñosamente llamaban a Zabala, así también conocíamos en el ámbito privado la opinión de desprecio que ambos tuvieron sobre su hijo Vicentín, y que el natural señorío de las Bienvenida les obligaba a no hacerla pública por respeto al apellido paterno. En una de las tertulias en el añorado Bar “Gitanillos”, regentado por el incomparable y genial Laureano, donde degustábamos su famosa “berza”, con Ángel Luis, Pepe Dominguín, Manolo Cano, Pepín Cabrales, Manolo Navarro..., referíamos con estupor la primera crónica en ABC de la Serna en la Feria de Cali, cuando fue a hacerse cargo del cadáver de su padre y, aún caliente, esbozó la sonrisa de la hiena “destrozando” al matador Javier Conde con términos insultantes. “Al niño no le conocéis, el niño tiene guasa”, decía Juanito, sumándose Ángel Luis con un “el padre, pobrecito, era otra cosa”.

La Serna sabe de sobra que tanto Juan Bienvenida como Ángel Luis “lo tenían calado”, y podría recordar cómo Ángel Luis Bienvenida eludió con su natural elegancia su asistencia al acto de entrega del premio que lleva el nombre de su padre (¡en qué hora se nos ocurrió!). Nuestro Presidente de Honor, hasta entonces había presidido todos los actos del Círculo Bienvenida, menos aquél, alegando tener fiebre que, quizás, ciertamente brotara en el cuerpo del bueno de Ángel Luis sólo con pensar que tenía que sentarse al lado de semejante ejemplar para bendecir un acto en su homenaje. Buenas dotes de interpretación tuvimos que emplear para mitigar el recelo del premiado cuando preguntaba con suspicacia: “¿Por qué no viene Ángel Luis?” Bien sabía la Serna el por qué...

Le gusta a este muchacho citar a testigos que abundarían en sus peregrinas patrañas. Tiene uno muy cerca en la persona de Laura Tenorio, magnífica periodista taurina, entonces en “La Razón” y también vilipendiada por este insultador desde las páginas del ABC, para dar testimonio de los gruesos calificativos de Ángel Luis Bienvenida contra él, irreproducibles por respeto a su señora madre, por el motivo anterior y cuando nos comentaba la respuesta descarada e irrespetuosa a su persona, chulesca y despectiva que recibió de la Serna al interceder por un torero amigo que estaba siendo continuamente objeto de vejatorio maltrato informativo. “A éste le conozco yo bien –decía Ángel Luís – ¡De la forma que hemos querido a su padre! Yo, que peino canas y que le he visitado en el hospital todos los días que ha estado ingresado... Juan – me decía –, tú ten cuidado con él”. Visto está que no hice mucho caso e incluso le defendí siempre en su ausencia ante las diatribas del entorno por él generadas. La memoria de su padre y el prestigio del ABC seguían obrando en su favor.

Este depredador del buen nombre del diario centenario ABC maquina arteramente para invocar una supuesta asociación conspiratoria integrada por Del Moral y Lamarca contra un torero de moda. Afirma el muchacho que el odio suele hacer extraños compañeros de viaje; los hay malos y listos, pero en este caso cualquier día se va a ahogar en su propia baba. El hecho de carecer de bondades y de cualidades virtuosas hace que ciertas personas cultiven el odio contra sí mismos, al verse irremisiblemente inmersos en sentimientos miserables y repudiados por todos cuantos le conocen bien. Desde esa perspectiva a la Serna le resultará muy difícil comprender que personas normales obren desde el respeto a los demás, y valorando la valía de otros muchos toreros, además de periodistas, entre ellos José Antonio Del Moral, cuya amistad, también compartida por mi padre, me honra desde los tiempos de la vieja plaza de Vistalegre y que no debe ser afectada por criterios u opiniones discrepantes como suele hacer este infeliz. Buenos tiempos aquellos en que eran de obligada lectura las primeras plumas de los medios nacionales, cuando aún la Serna no sabía hacer la O con un canuto, y, por lo que se ve, hace tiempo que perdió el canuto.

Sabido es que todo aquel que no comparta el pensamiento único que histéricamente propala este aspirante frustrado a digno titular de la sección de toros de ABC, incurre en anatema y lo convierte en objetivo de sus derrotes. Pero en honor al periódico que representa y a su noble primer apellido debiera tener más cuidado en el desbocado ejercicio de su profesión aplicada a medir con distinto rasero a profesionales del toreo, atribuyendo méritos a unos y procurando perjuicio a otros. El “caso Zabala” es la comidilla de las redacciones y del mundillo taurino. Es normal escuchar de boca de profesionales las maniobras a las que obliga a la intachable Rosario Pérez para dirigirla por el camino torticero y falaz de la información a su antojo y conveniencia. No es desconocida la despótica injerencia que ejerce sobre la sección de ABC de Sevilla dirigida por el ilustre periodista Fernando Carrasco que, con su natural prudencia y educación, evita cualquier incidente dentro de la casa.
Y todo por lo mismo, en la única dirección consistente en el ensalzamiento a toda costa de su “deidad pétrea”, cual grotesco portavoz de su gabinete de prensa, en claro y reprobable desdoro y menoscabo de toreros como Perera, Ponce o El Cid, emitiendo juicios maliciosos o equívocos para restarles méritos, ocultando noticias de sus triunfos, o imponiendo titulares a sus colegas de redacción, como en el penúltimo caso en la crónica de Carrasco de la corrida de Huelva. Esta perversión periodística, naturalmente, merece la reprobación de todos cuantos nos sentimos fieles lectores de ABC y respetables aficionados.

Así que se olvide este propagandista de los “odios que hace extraños compañeros de viaje para hacer campañas contra alguien”; que no invente coartadas; aquí, el único viaje palmario, por notorio y escandaloso, es el suyo, como conductor de un autobús publicitario en delirante itinerario.

Lo que haga este sujeto de tal calaña no importaría si no fuera por el prestigio histórico del medio donde trabaja. ¿Qué sería de la Serna fuera de él? Ya resulta lamentable, que su sección taurina sea empleada con aires de mofa y escarnio por su nefasto cronista, y en conexión directa con el blog de su propiedad –irónicamente conocido por la afición como www.tomasdelaserna.com–, donde el agravio y la ordinariez conforman el caldo de cultivo idóneo para su desgraciada expresión. El elemento básico unificador de ambos medios lo constituye el “agit prop” a favor de un torero naturalmente admirado por todo buen aficionado, aunque por él grotescamente deificado, menos mal que en piedra galapagueña, y que despierta la sospecha generalizada en el mundo del toro respecto a la ética de este periodista; está en boca de todos. Ése, y no otro, es su problema. Seguramente su empresa, me refiero a Vocento en este caso, lo permitirá al verse recompensada con los cuantiosos ingresos en concepto de publicidad que ello le reportará; la instalación en ABC digital durante un año de un video de la “pasión y gloria del torero”, o la colección de imágenes estáticas del “mesías divino”, no estará al alcance de la economía de muchos; mas no ceja el pollo en su empeño: desde primeros de Julio adorna su sección el recuadro promocional “del Apocalipsis animalista frente a la pasión tomista” sobre la corrida de Barcelona. No sería de extrañar, ante la tenaz y encomiable labor, que Vocento premiara a su probo subordinado por sus desvelos en mejorar el balance económico societario.

El prestigio del señorial ABC no se merece tantas suspicacias sobre un empleado a su cargo. Contaba Ángel Luis Bienvenida que el Papa Negro en cierta ocasión visitó a Don Juan Ignacio Luca de Tena en su despacho de la calle Serrano para presentar queja sobre el más grande del periodismo taurino, Gregorio Corrochano, por unas equívocas crónicas sobre sus hijos toreros, y no se sabe qué más. En consecuencia el director del ABC ordenó que el afamado cronista no escribiera más sobre las actuaciones de los Bienvenida, y al final acabó en el diario de Tánger, en el protectorado español de Marruecos. Ya sabemos que los tiempos son otros, y que el actual director del ABC no es Don Juan Ignacio, ni le va a decir al muchachito insultador que se conduzca conforme a los postulados de la deontología profesional. Tampoco el cronista actual es Don Gregorio, por favor, ni la morería anda como para pasaportar a la Serna a la otrora taurina ciudad marroquí; pero estando por ahí la Isla de Perejil…, se podría pensar en un plan de repoblación. Cabras, no faltarían.

Como siempre, recurre a burdas expresiones para hacer gracia –un gracioso sí que es– y alude, como remate panfletario, a perentorias necesidades diuréticas, aunque no especifica si las llevaría a cabo en pie o agachado.

Aunque estemos en época estival y las obligaciones cedan el paso al sano cultivo del ocio, me da la impresión de que con este retorcido estamos perdiendo el tiempo. Sin embargo, ante la vergonzosa actitud de este desagradecido, bueno es recordar una anécdota sobre el Conde de Romanones, entonces Presidente del Consejo de Ministros. Un diputado del Congreso le revelaba cómo otro de la Cámara le difamaba ante los congresistas, a lo que Romanones afirmó tajantemente que no lo creía posible. “¿Por qué?”, le inquirió el amigo. Y contestole: “Yo a ese individuo nunca le he hecho ningún favor.”

¿A quién quiere engañar Visentín? Además de embustero, NOLACO, como desía Pepín. ¿Qué significa eso? Y me respondía: “NO LA COnose, la vergüenssa Juanin, la vergüenssa.”

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