domingo, 24 de abril de 2011

Juan Pedro / Por Antolín Castro

 

Juan Pedro 

Por Antolín Castro
España / Opinón y Toros
Con ese nombre bastaba para saber todos de quién se hablaba, a quién se referían. Nadie en todo el planeta taurino confundía ese nombre compuesto con otro que no fuera el ganadero. Se marchó Juan Pedro y se ha visto que seguía siendo el ganadero por excelencia.
Esa excelencia es la que él buscaba en sus toros, en la alquimia de su forma de criarlos, de concebir el cómo quería que el comportamiento del toro se acercara a lo que soñaba él como torero. Los quería para gozarlos y trasladar ese gozo a los tendidos. Lo logró muchas veces, lo malogró en otras tantas.
 
Pero esa es la misma línea que goza o padece cualquier ganadero. En la búsqueda de la excelencia, su visión de la excelencia, fue el número uno. Hacía lo que creía, se apasionaba con ello, lo defendía cabalmente y, si fue criticado por ello, jamás levantó su voz contra los que opinaban en contrario. Quizá quisiera para sus toros la misma educación que él tenía. 

Y en cualquier momento de su reiterada concepción de la bravura que buscaba, llegó la borrachera del éxito y a la puerta de su finca llegaron para pedir, sí pedir, copiarle otros muchos ganaderos y también llegaron los toreros. Estos, los que mas fuerza tenían, pedían la famosa toreabilidad de sus reses y en las estanterías de la casa llegaron a ofrecer el producto hasta con lazo incluido. Todo eran besos y abrazos, además de un negocio creciente.

Pero no todo fueron parabienes. Las figuras son como vampiros capaces de chupar la sangre, de extraer hasta la última gota si esa sangre es de su agrado, pero abandonarla si ya no les alimenta. Juan Pedro, fiel a sí mismo, seguía creyendo en su muy marcado camino para lograr el toro soñado por él, pero la alquimia dio al traste con los éxitos y pasó a obtener, en tiempos recientes, sonoros fracasos con sus encierros de forma casi tan continuada como lo fueron los éxitos. Y desaparecieron sus más fieles y adictos clientes, cambiaron de acera y buscaron la toreabilidad en otros cercados.

No nos puede contestar la pregunta pero la hacemos ¿Qué se siente si en la feria más importante del mundo sus ‘codiciados’ toros los van a matar toreros de los que ocupan la tercera fila? El abandono de las figuras suele ser cruel con quienes les alimentaron los éxitos, así como los dineros, y los toros de Juan Pedro ya no los tenían en su agenda. ¿Qué queda del proyecto de Juan Pedro? Queda lo más importante: su trabajo, su convencimiento, su pasión, su visión, su innovación, su fe y su generosidad para con los toreros. Para ellos buscó el toro, para que todos pudieran sentirse artistas. Y cuando se vivieron momentos peores en el juego del ganado, qué pronto le dieron la espalda todos los antes beneficiados.

Los aficionados a los toros no disfrutaban con el concepto que él defendía, no quieren tantas facilidades para los que han de ser aguerridos toreros ante las fieras. La afición prefiere la parte más salvaje, menos dulce, del toro y tanta comodidad para tantos señoritos les empalagaba. Y en ese plano Juan Pedro dio siempre una lección de señorío. Ni una mala palabra contra sus censores, pero también ni un paso atrás en sus convicciones. Un señor y una idea respetable.

En estas líneas en las que evoco su presencia en la fiesta, un lugar tan significado en ella, me quedo con su defensa, con su pasión, su entrega personal para llegar donde quería y creía. Qué si no hago yo con mis escritos, hacer exactamente lo que quiero y apasionarme con lo que creo. No podría negarle el mismo derecho. Que sean otras ganaderías las que me atraigan como aficionado no va a ser motivo para menospreciar su trayectoria y su memoria. Los toreros en los tiempos recientes sí lo hicieron, con lo que Juan Pedro les fue bueno mientras les resultaba útil a sus intereses. Para mí su obra, su creencia sincera de defender lo mejor que él creía del toro al servicio del torero, es la que le colocó en lo alto de la cima ganadera.



Con Juan Pedro y María la discrepancia no era obstáculo, prevalecía el señorío
 
Curiosa la historia que hoy por primera vez cuento. Una mujer, María, logró unir dos portales tan diferentes, el Mundotoro que creó Juan Pedro y Opinionytoros creado por nosotros y donde ella colaboraba. El amor tiene estas cosas y estando en muy diferentes trincheras de la información supimos y pudimos ver la mejor imagen de Juan Pedro sin necesidad de cambiar nuestro criterio. Todo un señor para desposarse con toda una señora. María vaya para ti mi abrazo y mi consuelo en estos días tan duros.

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