lunes, 25 de abril de 2011

Desde Francia con razón / Por Pepe Cuéllar


Desde Francia con razón

PEPE CUELLAR

Hablamos de un país situado en la zona media del hemisferio boreal que pertenece al mundo mediterráneo y por supuesto al oceánico; hablamos de un país que siendo un istmo une a la península Ibérica; hablamos de un país democrático y parlamentario cuya bandera blanca, azul y roja invoca el poder del clero, de la nobleza y del pueblo, de un pueblo que enarbola y practica la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, hablamos de Francia, la de la Marsellesa, la de La Legión de Honor, la de los “Luises”, la de los “Carlos”, la de la Dinastía Borbónica, la de Voltaire, la de Mirabeau, la de Marat. De ese país hablamos, de un país que históricamente ha sabido tomar el pulso de la vida cultural de una manera sensata y plural y ahora inscribe las corridas de toros en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial, inscripción hecha a través de su Ministerio de Cultura. Hablar de cultura en Francia es hablar de Baudelaire, Mallarme, Valery, genios de aporte universal y perenne. 

El hecho, en lo personal y creo que para todo el planeta de los toros con sus demiurgos habitantes, es una gran noticia. Por lo pronto se confirma que no se ama a la cultura por el espectáculo taurino, se ama al espectáculo taurino por la cultura. Se hace justicia a una fiesta que cada tarde se convierte en vorágine artistica. Lo aprobado en Francia confirma que la labor de la razón siempre da frutos, y ahora esos frutos se recogen de una tradición legendaria y mágica. Frutos que en otras épocas se recogieron para siempre  de Flaubert, de Rabelais, de Rimbaud.

La propuesta hecha por el Ministerio de Cultura se planteo bajo premisas de rigor, veracidad y responsabilidad, por supuesto sin eliminar la inteligencia, actitudes muy diferentes a las tomadas en  la Comuidad catalana de España donde privaron la cerrazón y la intolerancia que condujeron a prohibir las corridas de toros a partir del año 2012 y que terminaron por dar muestras de que el intolerante solo escucha lo que le conviene escuchar. Voy mas allá, la prohibición en Cataluña reprime incluso el control de la cultura personal.

El ejercicio del toreo no ha sido creado para la muerte sino para la resurrección, es un espectáculo asociado al pneuma, al espíritu. Tan es así que admirarlo provoca latidos acelerados del corazón que se traducen en una manifestación de vitalidad. Los aficionados franceses podrán seguir disfrutando de un espectáculo con proteica capacidad artística de entretener. Abundo mas, en una plaza de toros se ratifica, por una parte, el sentido de comunidad y por la otra, como consecuencia de la primera, en una manifestación democrática.

El rito del toreo es indudablemente una rica y vasta expresión cultural, su historia se ha convertido en larga y excitante narrativa de mil epopeyas. En el ruedo los toreros se desprenden de su condición humana para, asumiendo la certeza de la muerte, representar temporalmente el papel de dioses. Por supuesto que para acceder a todas estas premisas a la fiesta hay que primero leerla para luego entenderla; no esta hecha para seres que no leen ni el menú de la carta de un restaurante. Cabe destacar que entre los “considerandos” analizados por el ministerio de Cultura esta el del indiscutible beneficio ecológico que produce la crianza del toro bravo,  hermosas haciendas donde pasa su vida el toro, ese misterio despistado dueño solo del azar. Por lo pronto lo ocurrido en Francia es un importante reforzamiento a las estructuras taurinas de todos los países que gozan de este maravilloso espectáculo. Ahora el compromiso es mayor pero simple: lograr que la fiesta de toros cuente con dos simplezas: credibilidad y congruencia. En tanto, para quien se convirtió en epitome de inteligencia y congruencia exaltemos un “Vive la France”, en el nombre del toro y del torero y del publico, amen.       

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