sábado, 4 de septiembre de 2010

Las dos mil corridas de Enrique Ponce, el mejor torero que ha visto uno / Por J.R. Márquez

Las dos mil corridas de Enrique Ponce,
el mejor torero que ha visto uno.


José Ramón Márquez


Sábado, 4 de Septiembre de 2010
Dos mil corridas, se dice pronto. Uno, que no vale en absoluto para profeta, se fue al apartado de los toros de Lupi del día 1 de octubre de 1988. Esa tarde toreaban en Madrid, feria de otoño, Antonio José Punta, Domingo Valderrama y Enrique Ponce. Al apartado antes no acudía tanto público como ahora y, salvo en casos como Miura, Pablo Romero o Victorino, siempre había poca gente y se estaba bastante a gusto. Ese día, curiosamente, había demasiadas personas para lo que se esperaba de público asistiendo al apartado de una novillada. La fila atravesaba el patio de caballos y casi llegaba a la puerta de acceso. En la fila me di cuenta de que la mayoría de aquellos venían acompañando al valenciano Enrique Ponce. Pensé:

"Todas estas personas con su ilusión detrás de este chico de Valencia que, como es natural, no llegará a nada..."

Por la tarde, en la plaza, descubrí, asombrado, mi incapacidad para la profecía al comprobar la soltura y el oficio en la forma de torear del que, con el tiempo, iba a ser el torero más completo que a uno le ha sido dado ver. Ya en ese momento descubrí que ese chico vestidito de blanco no era un novillero como los demás. En esa primera tarde nos mostró lo que a lo largo de su dilatada carrera han sido sus luces y sus sombras, su poder y sus ventajas, pero el asombro de aquel niño de tan corta estatura andando a los novillos con tanta facilidad es un recuerdo imborrable. Tanto, que cuando se produjo años después el arropadísimo debut de July, uno esperaba encontrarse con la reedición del milagro de Ponce novillero, de acuerdo a lo que le habían cantado los periodistas y lo que encontró fue la pasmosa vulgaridad que permanece hasta hoy en día.

Antes de seguir diré que Enrique Ponce es el mejor torero que uno ha visto, el torero más completo, el más fácil. Reconozco que no es el que más me ha emocionado, pero su superioridad sobre cualquier otro que uno haya visto es totalmente desproporcionada. Uno, que siempre se ha declarado gallista, y del Coloso de Gelves siempre ha admirado su capacidad para estar con todos los toros, su conocimiento y su superioridad, no tiene más remedio que rendirse ante la apabullante verdad del poder de Enrique Ponce.

Al igual que al de Gelves, se le ha reprochado su facilidad, pues muchos prefieren congratularse con lo tortuoso y difícil; para mí, la facilidad del de Chiva ha sido y es la gran seña de identidad de su tauromaquia sobrada de conocimiento y de respeto al toro. Porque creo que, ante todo, Enrique Ponce respeta al toro y siempre negocia con él. No trata de imponerle su voluntad. Él sabe perfectamente, y el toro lo ignora, que al final de la faena el toro será suyo, pero no quiere apabullar al animal con su superioridad. Negocia con él y le permite creer al toro que tiene la oportunidad de vencer, pero el toro está atrapado en el maelstrom de su muleta del cual la única salida es la muerte. Lo mismo para los toros rabiosos que para los tontos de baba; como es natural, le preferimos ver siempre con retos, con toros difíciles que le pongan a cavilar y a demostrarnos sus mejores condiciones.

Enrique Ponce habría sido torero en cualquier época del toreo, y habría sido un torero importante -odio eso de figura, que me recuerda a la sota de bastos- en cualquier época del toreo. Para celebrar la corrida de su bimilenario, se dice pronto, se ha ido a Ronda, la cuna de los Romero, la plaza que inauguró Hillo y que sirvió de sepultura a Curro Guillén, toreros con los que habría podido alternar este Enrique Ponce. Nos queda el sueño de haberle visto imponentemente, como el otro día en Bilbao, con los toros Jijones de Villarrubia, con los del Barbero de Utrera, con los Ibarreños, con los toros colmenareños de Martínez, con los Carriquiri de Don Nazario en corridas sin peto,para disfrutar de su facilidad en el quite, del poder de su capote, de la gracia de su muleta de grandioso torero en los tiempos en que el torero era un auténtico héroe popular, porque Enrique Ponce, torero, se merecería estar en las coplas de los ciegos.

Enrique Ponce

Fuente: Blog Salmonetes ya....

1 comentario:

  1. Ahora le gusta Ponce. Lo curioso es que todos los días (es textual) desprecia a Juli, Morante, JT....por hacer cosas que hace Ponce. Y además, le gusta el Cid, que según dice es la verdad del toreo. Pero que nada tiene que ver con Ponce. Porque si Cid es la verdad del toreo, entonces Ponce no lo puede ser.
    En éste señor se juntan tres cuestiones: Desconocimiento+mala baba+mucho tiempo libre. Cóctel explisivo.

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