lunes, 10 de mayo de 2010

A VUELTAS CON JOSÉ TOMÁS / Por Francisco Callejo

A VUELTAS CON JOSÉ TOMÁS


Es antipático, altivo y desdeñoso. Todo lo contrario que Manolete. Soberbio, encopetado y arrogante. ¿Manolete?. Ni está, ni se le espera.De sobra conocido es el ascendente moral que el Monstruo de Córdoba ejerce sobre el iluminado de Galapagar, y bien está. En este punto también le saca varios cuerpos de ventaja a toda esa jácara de transeúntes del traje de luces que son sus coetáneos. Un hato de pegapases que ha cifrado en Curro Vázquez el modelo de sus delicuescencias.Pero una cosa es tener por espejo a ese corolario de virtudes que fue el inmenso Manolete, y otra muy diferente, que su corte de hagiógrafos pretenda hacer una teogonía de equivalencias entre el Monstruo y el minúsculo nieto del señor Celestino.
La terrible cornada que ha sufrido recientemente en Aguascalientes, ha vuelto a poner de relieve la enorme capacidad de un torero notabilísimo, cuyo valor se gesta en una fragua de responsabilidades asumidas bajo el ejemplo de una provechosa lectura de aquel torero cenceño y espiritual, como huido de la paleta del Greco, que entró por la puerta grande de la eternidad entre el olivo y la mina de Linares.

Y aquí, vuelta la burra al trigo, esta España de pan llevar, con una mano ocupada en el botijo y la otra en la quijada, ha vuelto a hundirse hasta las rodillas de barro para medir las costillas del vecino. Delusivos comentarios, erráticas teorías y plañideras jaculatorias orlan las excelencias de un torero que sabe que, a la postre, nada es más real que aquello de a Dios rogando y con el mazo dando. Un mito se sostiene desde el inquebrantable denuedo en la insistencia de sus méritos, hasta la subrepticia lucidez de su subliminal muestrario. Y sobre todo aquí, en este solar cainita y desmemoriado.
Con José Tomás sucede aquello de si non e vero e ben trovato. Si bien, naturalmente, él es muy capaz de acentuar el verso cuando cojea la rima. Sus panegíricos comienzan a desprender cierta estridulación, y la permanente loa que de su persona se hace contribuye a germinar la simiente de la sospecha.
A lo que voy. José Tomás no es un demiurgo. Ni el más preclaro exponente de hipóstasis. No es el ciclópeo héroe que nos viene a manumitir de la tiniebla que deviene en rutina. Es un excelente torero y un tipo lo suficientemente lúcido como para saber aprovechar el calor del tapete en que se dirime la partida que le confirma como el más en racha. Un sujeto que del silencio ha sabido sacar provecho, entre otras cosas, porque en este patio de vecindad en que consiste el taurineo, se valora en mayor medida un barrunto que una evidencia. Una conjetura, que una certeza. Una hipótesis, que una certidumbre.
José Tomás se ha hecho un hueco en este páramo de adocenamiento por ser el más evidente ejemplo de medianía. En él se encuentra representado el enorme número de parias que aspiran a su propia redención. Obsérvesele detenidamente. Su perfil es el de un funcionario con manchas de rutina en su apolillada solapa. Un subordinado hastiado de su jefe que planea una asonada. Un ciudadano de a pie abrumado por los impuestos que decide encadenarse a un chopo.
José Tomás representa como nadie al ilota que grita su cansancio. Al fulano que protesta que se le haya robado el mes de abril. Al autor del diario de un peatón. No debe extrañar, pues, su amistad con Joaquín Sabina. Es un personaje del cantautor. Uno de sus innumerables ejemplos de hábitos raídos, aspiraciones contrahechas, y sueños quebrados.Hágase encomio de él, si así lo desean, por esta vía. Pero que su serrallo de palmeros no nos lo pretenda vender como mirífico mesías de salvación. Porque mejores toreros, y más interesantes que él, son Morante y el Juli, por ejemplo.
La ventaja de Tomás, es que tiene al retortero a una piara de zoilos en cuyas espurias basuras editoriales no se mojan sus plumas más allá de lo que tolera el común asentimiento.Claro que esa es sólo una ventaja aparente, porque no debe olvidar el iluminado de Galapagar que esta es tierra de olvidos. Y los que hoy tañen arpas a su paso, mañana no tendrán empacho en tomar la piedra que prologue su lapidación. Será entonces cuando yo salga en su defensa para agradecerle dejar con las vergüenzas al aire a todos los empresarios que no han tenido más remedio que hocicar ante sus imposiciones, y a ese despreciable Manolo Molés que por más 3D que pretenda montar y por más toreros palanganeros, como Manuel Caballero, que tenga a su vera, a este no le conseguirá televisar en su puta vida.
Francisco Callejo
Fuente: Blog La Charpa del Azabache

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