miércoles, 26 de mayo de 2010

MANOLO CARACOL EN EL IBEX 35 Por Antonio Burgos


ANTONIO BURGOS
Miércoles , 26-05-10
SI en el firmamento poder yo tuviera, ponía en el cielo un letrero que dijera, como el cuadro de Sorolla sobre el precio del pescado: «Y luego dicen que los gitanos no trabajan». En la copla de Rafael de León sobre la muerte de Joselito por Gelves venía «el río teñío con sangre de los Ortega» y el Ibex 35 viene hoy en alza animado con sangre de los Ortega. Sangre de arte de José Gómez Ortega y de su hermano Rafael, el Divino Calvo. Sangre del Cuco, del Almendro, de Curro Dulce. Sangre apasionada de Gabriela Ortega, uno, dos y tres, tres banderilleros en el redondel. Y porque puede, porque quiere y porque sabe, resumiendo todo un linaje, sangre de Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol, el hijo de Caracol el del Bulto, el muchacho de pantalones cortos que dejó boquiabiertos a Falla y a Lorca en el concurso de cante grande de Granada en 1922.

Si en el firmamento poder yo tuviera, pidiendo prestados yunques y fraguas a los versos de tío Rafael de León, ponía por las esquinas banderas y en cada bandera un letrero: «Un nieto de Manolo Caracol ha sido nombrado consejero delegado de Abengoa, cabecera del primer grupo empresarial andaluz, líder en innovación y nuevas tecnologías en infraestructuras, medio ambiente y energía». Manuel Ortega Juárez se llamaba el único rey que en el cante ha tenido la zambra y la seguiriya, y Manuel Sánchez Ortega se llama su nieto ingeniero, que desde 2004 era presidente de Telvent, empresa de soluciones de alta tecnología, con las que, por ejemplo, se gestiona más del 60 por ciento del total del movimiento de hidrocarburos en América.

Manuel Sánchez Ortega es hijo de Lola, una de las hijas de Manolo Caracol, que casó con José Sánchez, quien trabajó durante muchos años con su suegro en «Los Canasteros» y que, adelantándose a los tiempos y a las nuevas tecnologías en las que su hijo habría de ser un artista, puso el tablao que, vamos, ni los Altos Hornos de Bilbao, de organizado empresarialmente. José Sánchez apuntó a los flamencos a la Seguridad Social y cada día 30 les entregaba el sobre de su nómina. Ni el INI, vamos. Así le salió el niño. Su curriculum es un desmentido glorioso al racismo anticalé:

-¿Pero tú has visto a un gitano piloto de Iberia?

-Todavía no, pero yo he visto con estos clisos a un flamenquito, glorioso cuarterón de sangre de los Ortega, un fenómeno como ejecutivo de las nuevas tecnologías, que habla por dos teléfonos móviles a la vez mientras manda correos desde el portátil, que es consejero delegado de Abengoa.

Del mimbre de las canastas y del cobre de las fraguas, a la energía solar y los biocombustibles, yo creo que es algo el salto que han pegado estos Ortega con sangre de reyes en la palma de la mano. Manuel Sánchez Ortega desmiente la leyenda de que el destino de los gitanos es engañar a los payos. En este caso, el destino de los Ortega es hacer avanzar la empresa de los payos en el Ibex 35. Bendita sea la rama que al tronco sale. Al fin y al cabo, Manolo Caracol inventó las nuevas tecnologías del cante. Supo cantar a orquesta e innovar todo eso que ahora llamar fusión, avances por los que sus enemigos los maireneros le juraron odio eterno y negaron las llaves de oro del cante que con más mérito que nadie había ganado con toda una vida entregada a sus dos amores: su arte y su familia. Manuel Sánchez Ortega es la mejor seguiriya póstuma de Caracol. Compartirá con Felipe Benjumea la dirección ejecutiva de Abengoa. Su tío Joselito el Gallo, hablando de los Ortega, dijo un día:

-Mi casa y la de Alba siempre se han llevado divinamente.

Manuel Sánchez Ortega podrá decir como José Gómez Ortega:

-Mi casa y la de Benjumea siempre se han llevado divinamente.

Tanto, que lo han hecho consejero delegado de Abengoa. Ahora que tantos lo silencian y lo olvidan, ¿verdad, Luisa Ortega?, ay, pena, penita, pena, creo que es el mejor homenaje a Manolo Caracol en su centenario. La sangre de los Ortega es la única que puede abrir rejas y cerrojos al Ibex 35.

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