jueves, 29 de octubre de 2009

"LA AMARGURA DEL TRIUNFO": I. SÁNCHEZ MEJÍAS / A. AMORÓS

"La amargura del triunfo"

Sánchez Mejías:
La apasionante vida de un torero con pretensiones literarias

Presidente del Betis, empresario, dramaturgo, torero y escritor.
Así se define la figura de Ignacio Sánchez Mejías y así es recordado hoy, 75 años después de su muerte en los ruedos. En “La amargura del triunfo”, el catedrático Andrés Amorós rescata una novela inédita de este polifacético personaje y elabora un análisis en profundidad sobre su apasionante vida. Este miércoles la ha presentado en Madrid junto a Pedro Piqueras y Enrique Ponce.

Elena Viñas / Fotos: Manuel Engo
28-10-2009


Aunque ha habido quien ha dudado de su existencia, Ignacio Sánchez Mejías se paseó vestido de luces por los ruedos, dirigió obras de teatro, presidió el Betis y la Cruz Roja y se codeó con la Generación del 27. Una novela inédita de este polifacético personaje ha servido como excusa para el catedrático Andrés Amorós para volver a incidir en la trascendencia de su figura.
En “La amargura del triunfo”, Amorós narra las grandezas y sinsabores de Sánchez Mejías, un hombre sin estudios que asombró a sus contemporáneos por la lucidez de su intelecto.


-El autor Andrés Amorós con Enrique Ponce -

Acompañado por Pedro Piqueras y Enrique Ponce, el artífice del libro se ha deshecho en halagos hacia un personaje “generoso, cordial y de una inteligencia natural”.

Antes de matador, fue banderillero de Joselito, de quien también fue cuñado, y desde siempre admirador. "Sánchez Mejías le admiró tanto que durante mucho tiempo no supo apreciar su propia grandeza”, ha comentado Piqueras.

El presentador de informativos ha ido más allá al calificarlo de “figura mítica” y considerarlo como el personaje “más singular de la historia de España”. Algo en lo que ha coincidido Amorós que, incluso, ha llegado a compararlo con Chaplin o Einstein.

“Fue un genio del siglo XX”, ha comentado Ponce. Deambuló entre el toreo y la escritura. Ninguna de las dos facetas se le dio mal. Aunque disfrutó de ese carácter polifacético, encontró su último refugio de nuevo en los ruedos, de los que se había distanciado para coquetear con los grandes literatos del momento.

Intimó con Federico García Lorca. Tanto que el poeta le dedicó el poema “Llanto” a su muerte.
Cuando Amorós relata el momento de su fallecimiento en Manzanares el 13 de agosto de 1934, el catedrático afirma que aquel fatídico acontecimiento impresionó mucho. “No sólo por el hecho en sí de su muerte —afirma- sino por la lucidez y dignidad con que afrontó el momento”.
Para explicarlo desvela la existencia de una fotografía en la que Ignacio permanece con los ojos abiertos mientras se agarra a los pitones del toro. Aquello, añade Amorós, lo reflejó con acierto Lorca. “Su poema no habla de temática taurina, habla de un ser humano que afronta la muerte con grandeza”.

Coincidencias del destino, lo mató el toro Granadino y lo recordó con sus versos el poeta granadino.
Fuente: El Imparcial.es


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