jueves, 8 de abril de 2010

RESUCITAR EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN / Por Carlos Bueno

Por la tarde sería una preciosidad....

Resucitar el Domingo de Resurrección.
Carlos Bueno
06/04/2010

Severa selección, clonación, embriones, células madre, alquimia... sea cual sea la posible solución, el toro necesita una inyección de bravura que argumente la pervivencia de un espectáculo que debe seguir siendo único “de verdad”.Domingo de Resurrección.
Posiblemente no sea el día más torero del año, pero sí el de más categoría taurina. Domingo de Resurrección ha sido tradicionalmente Sevilla, Sevilla y su Curro, Curro Romero se entiende. Asimismo, desde hace unos años Domingo de Resurrección es también Madrid, que está apostando por combinaciones, si no estelares, sí repletas de originalidad y futuro; y al mismo tiempo Málaga, que desde la reaparición de José Tomás ha encontrado en su anuncio el filón para robarle protagonismo a las otras dos capitales. Ni que decir tiene que en Domingo de Resurrección las miradas de los aficionados están puestas en el triángulo taurino que forman estas tres plazas.
Además, medios de información de todo tipo hacen un seguimiento específico y poco habitual el resto de la temporada para cubrir tales eventos; que se lo pregunten por ejemplo a Tele 5. Tanta vigilancia taurina -y sobre todo extra taurina- puesta en los ruedos, bien merece un esfuerzo y esmero especial a la hora de cuidar los detalles, máxime en los difíciles tiempos que corren. Y en temas taurómacos, amén de la disposición con la que se presenten en la arena los toreros, los detalles son los toros. De su trapío y de su comportamiento dependerá muy mucho el éxito del espectáculo. Pero, una vez más, el detalle primordial y principal, los toros, volvió a quedar en segundo plano el Domingo de Resurrección.
Vale que, como suele suceder, hubo excepciones, y se lidiaron animales de los que no se acabaron de aprovechar todas las posibilidades que ofrecían, pero, en general, el apartado ganadero suspendió de nuevo en fecha tan señalada. Es cierto que el juego que puedan dar los toros, como el sabor de los melones, es una incógnita hasta que se prueban. Pero si queremos mantener, incluso aumentar la clientela de las plazas y dar razones de peso para la pervivencia de la Fiesta, los ganaderos deberán esmerarse más en la crianza de sus productos y saber, dentro de un porcentaje razonable, el comportamiento que darán sus pupilos en los ruedos.
En plena era tecnológica, de procesos de clonación, de manipulación de embriones, de implantación de células madre... asegurar una mayor bravura del toro de lidia no puede ser misión imposible. Si con ello resucitamos el Domingo de Resurrección y el resto de domingos taurinos del año, conseguiremos ponernos en la piel de Rafael “El Gallo”, que no lograba entender qué podían hacer los ingleses los domingos por la tarde si en Londres no había corridas de toros.

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