miércoles, 18 de noviembre de 2009

VALENCIA: CONSECUENCIAS DE LA CRISIS / Por Manolo Molés

-Bigotes para la paella -
¿Quién se la comerá?

LA PÁGINA DE MANOLO MOLÉS

CONSECUENCIAS DE LA CRISIS
AplausoS

Me gusta la gente positiva. Positiva y currante. Currante y a ser posible brillante y capaz de aportar algo con peso a la fiesta y al periodismo. A la fiesta aportan los toreros, los ganaderos, los subalternos, los taurinos buenos.
De la fiesta tiran como el plomo: los inhibidos, los amargados, los negativos, los envidiosos.
¿Qué pasó con Cataluña? Pues que nadie se levantó en armas, o dio la voz de alerta, cuando iban cayendo plazas como fichas de dominó hasta quedar sola en la Bastilla la Monumental de Barcelona. Ahora, menos mal, hacemos frente común ante el último y posible golpe de la guillotina. Pero casi siempre llegamos tarde. En casi todo.


LA TELE ANTE LA CRISIS Y ALGUNAS PUYAS MALINTENCIONADAS.


Mi paisano Candau, Director General de la televisión autonómica de Castilla la Mancha, anuncia algo que deberíamos tener en cuenta. Asegura que sólo puede dar la mitad de los festejos que televisó el año último.
Restricciones: Pues eso es mala noticia aun a sabiendas de que Jordi apostó siempre por los toros. La televisión estatal hace ya años que cerró el grifo de la tauromaquia: ni un solo festejo televisado. Dejó tan sólo un residuo para justificar que algo queda ahí. Menos mal que algunas autonómicas siguen peleando, no sin dificultad, por mantener el fuego sagrado de los toros en la tele.
Hay que dar las gracias a tanto esfuerzo. Lo gracioso es que den consejos quienes han dejado los toros bajo cero en la tele pública, la que pagamos todos, enviando dardos a una empresa privada que está empeñada a dar lo mejor pagando un dinero vital para el espectáculo; y con una filosofía clara de dar modernidad, categoría, lujo y vida a una fiesta que está zarandeada y bajo sospecha en muchos medios: incluidos los que tienen obligación de prestar a los toros el amlio espacio que merece; y no un rincón para medio justificar que no les gusta un pimiento la fiesta de los toros.

Pero yo acepto los elogios, los silencios y las puyas porque eso entra en el bagaje de este oficio. No sólo los acepto sino que tomo nota y si me aportan algo lo agradezco. Pero todo esto viene a cuento porque me duele que las demoliciones vengan siempre con capataces del interior de esta fiesta. Nos gusta más enredarnos contra nosotros mismos que abrir nuevos y mejores caminos. Y así nos va.
Yo no voy a practicar esa misma filosofía por muy fácil que me pongan la respuesta. Y no lo hago porque respeto mucho el trabajo de todos, aunque sea pequeño, aunque sea la milésima parte de lo que debería ser en algunos casos. Pero no dispararé yo, de no ser rotundamente necesario, chinitas en esta guerrilla de vecinos cuando, con la que está cayendo ahí afuera contra la fiesta, y con lo que cuesta que una empresa periodística se sienta orgullosa de ofrecer los mejores espectáculos taurinos, con el mayor de los respetos y de los esfuerzos. Pues esto, al parecer, también fastidia. Pues cerremos las ventanas y volvamos a las catacumbas informativas. O mejor: reaccionemos y a ver si entre todos mejoramos esto.

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