lunes, 30 de mayo de 2011

ARANJUEZ, MADRID, “LA GUERRA FRÍA" / Por Aquilino Sánchez Nodal



ARANJUEZ, MADRID, “LA GUERRA FRÍA" 

 Por Aquilino Sánchez Nodal
     Ninguna conexión taurina más potente que la que une a dos plazas de toros en un mismo tiempo.
     San Fernando es un Patrón taurino tan solvente como San Pedro Regalado o “Paquito El Chocolatero”, la única diferencia es la importancia del cartel que anuncia la corrida de toros. No hace falta tener buena memoria para recordar la lucha para recuperar la tradición taurina del 30 de Mayo cuando por razones políticas y la interferencia de la comisión del seguimiento del convenio cerraron las puertas de la bicentenaria plaza de toros de la bella ciudad ribereña. Los aficionados, con el alcalde al frente volvieron a manifestarse en motín para recuperar su cultura al toro del Tajo.
 
     Cualquier tiempo pasado para el toro fue mejor. No es la nostalgia al blanco y negro de las crónicas, ni la diferencia artística de los toreros, es cuestión de repasar la tauromaquia antigua para conocer mejor la actual.
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     La fecha del 30 de mayo de 1.959 nos vuelve del sueño de la competencia entre las plazas de toros de Madrid y Aranjuez. ¿Por qué San Isidro programa para esa fecha un festejo de menor calado? ¡Vaya usted a pedir lógica a los gustos del público! Pues aquel año fue una rara excepción y Madrid anunció una corrida de toros con mayúsculas. Esta decisión dividió a los espectadores. Madrid llevó la peor parte ya que solo cubrió media. En Aranjuez, con toros de Barcial, “patas blancas” para Antonio Ordóñez, “Chicuelo II” y Jaime Ostos llenó los tendidos. 

     La tarde presentaba un aspecto siniestro y oscuro por las negras nubes que hacían presagiar lluvia. Jaime Ostos era duda por la reciente lesión sufrida de su ojo derecho en la plaza de Toledo que le restaba visibilidad. Antonio Ordóñez estaba en entredicho por haberse negado a torear la corrida de Beneficencia anunciada para unos días después, ¡misterio de amor propio o juego de intereses económicos y Chicuelo II reaparecía pasados dos años retirado. El ambiente era de expectación contenida ante posibles cambios de última hora. No profundizaré en la crónica del festejo solamente el motivo importante que sucedió para estar incluida en la historia del toreo y la biografía de un torero.
 
Por impedimento de mayor importancia Antonio Ordóñez no hubiera podido hacer el paseillo benéfico en Madrid. El primer toro, muy bravo de salida, fue recibido por Ordóñez con capote a manos bajas. Dos encuentros con el picador de turno aunque el Barcial habría acudido más veces al caballo. Pinchazo y estocada al encuentro mandan al toro con las cuatro patas al alto. Ovación, dos orejas y clamorosa vuelta al ruedo. En el cuarto de la tarde, otro extraordinario ejemplar de don Jesús Sánchez Cobaleda. Habían transcurrido unos minutos cuando un espontaneo salta al ruedo. Lo de siempre, el titubeo, los intentos de pase que se da la res a sí misma en sus idas y venidas de aquí para allá. Carreras, persecución y desorden. Antonio observa que el toro dobla bien y con señales y aspavientos pide calma al público. Con un gesto cordial corta aquel empacho de populachería. Con cadencia en su muleta, arañando la arena, la medida justa. Ordóñez no había maltratado al toro en varas y medido el castigo para que durara en el último tercio … estaba a gusto y a punto de entrar a matar, cuando estaba más confiado, al dar una “giraldilla” a cámara lenta, el toro alarga el cuello y le cala la carne. La sangre a borbotones tiñe la taleguilla. Ordóñez se levanta y vuelve a la cara del toro para rematarlo de certera y perfecta estocada en lo alto. Las palmas echan humo por el gesto de permanecer el matador en el ruedo. Las orejas, el rabo y la pata vuelan al esportón. Antonio cae a la arena y es recogido por Domingo Dominguín, su mozo de estoques “Miguelillo” y un banderillero. Sin sentido le llevan a toda prisa hasta la enfermería.

Parte médico en Aranjuez: “Después de la lidia del cuarto toro ingresó en esta enfermería el diestro Antonio Ordóñez que sufre herida en la región glútea izquierda de 12 cm de profundidad, con dos trayectorias que interesan a la masa muscular con grandes destrozos. Pronóstico: Grave. Es trasladado a Madrid”.

Sanatorio de Toreros: “El matador Antonio Ordóñez padece una herida por asta de toro, con orificio de entrada en el canal del glúteo izquierdo y trayectoria de 15 cm. hacia arriba y hacia afuera en la fosa iliaca externa que llega hasta el borde superior del hueso iliaco, produciendo desgarros en los músculos del glúteo mayor y mediano y lesiones en vasos inferiores. Pronóstico: Muy Grave”. El doctor Tamames.

El Ruedo incluye en sus dos páginas centrales: Mayo mes de epopeyas.- “El torero de Ronda ha escrito en Aranjuez una gesta sensacional sobre el fondo de su arte maravilloso y con tinta de su propia sangre”. Lo demás pasa a un segundo plano.

"Chicuelo II” como siempre, su falta de estilismo lo cubre con un valor frío que hiela la sangre en los tendidos. En su primero, segundo de la tarde, dos orejas por una faena entre los pitones del toro. En el quinto, desbordado el personal por la trágica cornada a Ordóñez, un pinchazo y una excelente estocada, dos orejas. Debemos significar lo bien que hace la suerte del volapie a pesar de su exigua estatura.

El ecijano Jaime Ostos salió con el ánimo de otras veces. En su primero, tercero de la tarde, fue ovacionado tras un pinchazo y estocada que acaba con el Barcial. En el sexto, cariavacado, al que toreó muy bien y nos brindó un quite magistral como solo él sabe hacerlo. Tampoco estuvo acertado con la espada, necesitó tres intentos para matar a su oponente.

La corrida termina con los comentarios lógicos y las opiniones sobre las consecuencias que pudiera tener la cogida de Antonio Ordóñez y exclamaciones alabadoras al gesto final de permanecer herido en el ruedo hasta ver caer al toro.

Sin duda es el relato de una corrida de San Fernando en Aranjuez que permanecerá por Siglos en la historia de esta Plaza de Toros.

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