sábado, 4 de junio de 2011

SAN ISIDRO 2011: Jiménez, Manzanares y Talavante, de Madrid al cielo / Por Juan Miguel Núñez


Jiménez, Manzanares y Talavante, de Madrid al cielo


Juan Miguel Núñez / EFE

Madrid, 3 jun (EFE).- Tres toreros, César Jiménez, José María Manzanares y Alejandro Talavante, salen lanzados al estrellato, como en el dicho popular, de Madrid al cielo, tras la recién finalizada Feria de San Isidro.

Tres triunfos que son el principal argumento del ciclo, en los que no obstante caben todavía algunas matizaciones, y no para hacerles pasar antes por el purgatorio o restarles rotundidad, sencillamente para que se conozcan mejor todas las circunstancias.

Citados por antigüedad de alternativa, los tres han cruzado una tarde la Puerta Grande que lleva a "la gloria", que es como decir han revalorizado notablemente su crédito de cara a próximas contrataciones.

En otra especialidad -hay que dejar bien claro que es "otra", pues se trata del rejoneo-, cuentan también los méritos de Diego Ventura y Leonardo Hernández, ambos igualmente con sendos "portazos".

Conviene precisar el contexto de cada triunfo para situarlos en su más estricta dimensión. Cronológicamente, así:

Lo de Talavante, el día 17, fue muy exacto en las formas, aún sin llegar a tener claro el verdadero patrón de faena hasta el segundo tramo de la misma. Fue además con un toro "de dulce", de "El Ventorrillo", apenas picado, que lució mucha clase y tuvo "transmisión".

Dos días antes de su gran suceso, Talavante había pasado desapercibido en una corrida de Núñez del Cuvillo que no ayudó nada.

Y ojo, valga otra vez la advertencia, que no se trata de restar méritos a Talavante, pues resolvió finalmente su triunfo con un toreo vibrante y sincero, de poder a poder.

Lo bueno de Talavante es que vuelve a la senda de la esperanza y la ilusión que despertó su toreo en los primeros años de alternativa, y ahora además con más frescura si cabe, con un oficio muy depurado, las ideas muy claras, y el ánimo a tope.

No hubo tiempo para la resaca, ya que al día siguiente, miércoles, igualmente iba en volandas Manzanares, que llegaba lanzado desde la Puerta del Príncipe de Sevilla, y reafirmado en su paso por Valladolid, Jerez y Córdoba. Arregostado el alicantino en ese estado de gracia que resume la fórmula "inspiración + ambición + capacidad de resolución", se cumplieron los pronósticos.

Mas también hay que advertir que él mismo Manzanares ha reconocido que "quizás no ha sido una faena cumbre", según dijo a los periodistas en el momento de ser aupado por los costaleros.

Claro que es bonito poder contar dos salidas a hombros tan importantes, Sevilla y Madrid, en la misma temporada, y sobre todo después de tanto sufrimiento por la lesión que se produjo en la mano a final de la anterior campaña. Ha sido su primera Puerta Grande, y no se trata ahora de poner peros a la despaciosidad, el relajo y el encanto de su toreo, de innegables méritos.

Pero sí hay que señalar que el toro de Núñez del Cuvillo al que desorejó fue poquita cosa en presencia y esencia, además de que hubo pocas vibraciones cuando toreó al natural, y en todo caso lo que le dio más "ambiente" a la faena fue una espectacular voltereta en las postrimerías. Aunque no hay que olvidar que la estocada, recibiendo, fue determinante. Así se entiende mejor este triunfo.

De Manzanares hay que decir además que en la siguiente tarde que tuvo, el viernes, 20, volvió a justificarse con otro triunfo, desde luego menor, pues cortó una oreja por una desigual faena, amén de que la corrida fue una birria por su escasez de todo, pero cuando menos contentó a sus partidarios. Su tercer paseíllo, el martes, 24, sin toros, mejor olvidarlo.

Y ya, César Jiménez, "el inesperado", que según confesión propia "estaba muerto", y este triunfo le abre de nuevo las puertas de las ferias. Estoqueó dos corridas de las que llaman "toristas", término que no deja de ser un eufemismo para justificar en algunos casos las escasas garantías que tienen de embestir. Lo cierto es que en la primera, de Samuel Flores, nada resolvió.

Sin embargo, dos días después, el martes, 31, Jiménez se hizo el amo del cotarro al firmar lo mejor de la feria, y con diferencia. Otra cosa es que no se haya valorado la verdadera dimensión de sus dos faenas, premiadas ambas con sendas orejas.

Desde luego, en base a los toros que sorteó, un "peñajara" tan bravo como fiero y exigente, y un sobrero de Carmen Segovia que se movió con mucha violencia, sólo por lo que tuvo que apostar y arriesgar con los dos, ya merece un reconocimiento extra.

Pero es que además Jiménez toreó con mucho encanto y profundidad a uno, y con mucho aplomo y suficiencia al otro. Una bella y pasional faena la primera, y muy maciza e igualmente estremecedora la siguiente.

El presidente le quitó la posibilidad de haber cortado las dos orejas del primero, haciéndose el remolón para no sacar el pañuelo hasta el último momento, cuando la plaza estaba ya agotada en la petición, y eso que había más pañuelos que nunca. Táctica deleznable, precisamente cuando en los días de las figuras dio la impresión de que existía un código para abaratar los trofeos.

Tales fueron las circunstancias de las tres Puertas Grandes de este San Isidro. 

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