UN PAIS EN RASTROJO / Por Fortunato González Cruz

¿Sicópatas o sinvergüenzas?

"...No hay manera de justificar, ni de explicar, ni de señalar culpables como en Fuenteovejuna porque es como una maldición colectiva carente de nobleza como en la obra de Lope de Vega, sino torpeza de unos pueblos que inexplicablemente se han dado y sostienen unos mandatarios sicópatas, como en Venezuela, o simplemente sinvergüenzas como en Argentina y España, pero inadmisibles por cualquier sociedad con un pelo de valores cívicos..."

UN PAIS EN RASTROJO

Fortunato González Cruz***

Por la calle real

Lunes, 18 de Abril de 2011

Nada peor para un venezolano que ver su país desde la perspectiva que ofrece la distancia. Se pregunta uno cómo es posible que un puñado de encaprichados y ladrones, con la ilusión o la excusa de un supuesto socialismo, hayan convertido el país en un rastrojo. Doce años sin que se pueda presentar un solo logro en nada, salvo la paja verbal que es lo único que ha proliferado con una abundancia que colma hasta el hartazgo todos los sentidos. 

Venezuela ha sido durante muchos años el ejemplo de una paradoja terrible: Un país rico que se empeña en vivir en la miseria. Emprendió su sueño en la época de la construcción de su democracia por allá por las décadas de los 60, 70 y 80, hasta que las élites se acostumbraron a la ganancia fácil: en la política, los partidos se convirtieron en clubes de parlamentarios; en la economía, en rentistas; en lo social, en burócratas y pensionistas. Hasta que llegó Chávez para protagonizar una catástrofe política, económica y social tan brutal como la que ha generado el peronismo en Argentina y  Zapatero en España, para solo referirme a otros dos absurdos.

Hoy ilustra la imagen del país unas enfermeras con salarios muy por debajo de la renta básica, que asumen una protesta inhumana ante la impasividad de un gobierno que le importa un bledo la realidad, porque vive su ilusión revolucionaria.  No sé porqué me llega la imagen de Bubulina, la vieja enamorada de Zorba, el griego, que vivía su patética verdad y la ilusión de su pasada belleza. Un país que se desmorona ante la actitud impasible de unos funcionarios que viven su alocado y cruel performance.  Luego, traigo las últimas experiencias del aeropuerto: unos guardias nacionales perforando con una navaja Victorinox  los chocolates, de las poquísimas cosas de calidad que se pueden traer de regalo, buscando cocaína que sale por toneladas por todas partes desde que Makled dejó el monopolio del tráfico por Puerto Cabello, según lo ha dicho a viva voz por todos los medios de comunicación.

Ir de Mérida a El Vigía es una aventura gracias a 12 años de estar retirando escombros sin que se emprenda las obras que demanda el mejoramiento y conservación de una obra vital para el Estado. Con un aeropuerto en medio de la ciudad convertido en pista de baile porque Lamia no puede volar vaya uno a saber porqué, y un teleférico que no presta otro servicio que no sea el pago de la nómina; y un trolebús que no va a ninguna parte. Viviendas que se quedan en los anuncios y no se construyen por incapacidad, por el saqueo de los recursos, por trabas burocráticas imposibles de superar, por falta de materiales y porque lo importante es la paja, el rastrojo, la ilusión de una revolución que no sirve sino para retroalimentar el gamelote ideológico y los fondos en los paraísos fiscales.

No hay manera de justificar, ni de explicar, ni de señalar culpables como en Fuenteovejuna porque es como una maldición colectiva carente de nobleza como en la obra de Lope de Vega, sino torpeza de unos pueblos que inexplicablemente se han dado y sostienen unos mandatarios sicópatas, como en Venezuela, o simplemente sinvergüenzas como en Argentina y España, pero inadmisibles por cualquier sociedad con un pelo de valores cívicos. Ya se sumará el Perú, cuyo pueblo ha optado por taparse la nariz o lanzarse al abismo. ¡Ah! ¡Espero me equivoque!

Ojalá y los venezolanos no caigamos ahora, como lo anuncia el bocazas de Julio Borges, en una campaña entre precandidatos y se agoten esfuerzos y recursos más necesarios para la oportunidad que ofrece el 2012, donde se sabrá si queremos vivir en un rastrojo o emprender la reconstrucción de un país que se merece un mejor destino.

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***Fortunato González, es Catedratico de la U.L.A. de Mérida-Venezuela / fundador y director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni"