domingo, 3 de abril de 2011

MÉRIDA: POR 10 MILLONES DE DOLARES / Fortunato González Cruz

POR 10 MILLONES DE DOLARES

Fortunato González Cruz***
Por la calle real

Mérida, 4 de Abril de 2011
“Por la plata baila el perro” por muy académico que sea. Aquí en Mérida sabemos de eso y conocemos más de uno, incluso aquel que editaba una revista bajo el título de “Sindéresis”, que sigue bailando al son cubano, sin remordimientos de conciencia ni recuerdos de sus antiguas convicciones democráticas. En Trujillo le decimos “bozal de arepas” rememorando la bolsa de maíz que se le colocaba a la mula que encabezaba la recua, obediente y sumisa a la voz del amo. También se sabe en Mérida cómo se consigue un título de lo que usted quiera: licenciatura, maestría, especialidad y doctorado; basta leer los avisos de los especialistas en hacer tesis de lo humano y de lo divino, y tutores sobran para la firma. 

No obstante, hay que decirlo de una vez, la ULA se ha cuidado de estas prácticas y existen controles que ponen al descubierto el fraude antes que la toga vista de honores al delincuente. Hay universidades que han hecho grandes negocios con eso de dar títulos y honores, y si quieren algún dato, basta leer la nómina de instituciones que no gozan de “reconocimiento académico” que alguna vez elaboró la OPSU, a propósito de los doctorados importados de algún país caribeño.

Pero una cosa es que alguien que necesita un doctorado para, por ejemplo, ser magistrado, y por unos bolívares lo consiga en esas instituciones con lucro y sin fines, y otra cosa muy distinta es ostentar ante el mundo entero la compra de un reconocimiento que las autoridades de la Universidad donde se produce ese hecho lo repudien, pero en aras de la autonomía o de mirar para otro lado, dejen hacer a una unidad académica y se ponga dócilmente a bailar su tango. Por cierto que hay una gran polémica por el origen argentino o uruguayo de este ritmo sureño, no, por cierto, por la voluntad de danzar al tintineo de los petrodólares bolivarianos, común a los dos gobiernos, o a cualquiera que no aguante la pedida, como Noamy Campbell, a quien los venezolanos le pagamos sus favores.

En fin, esto irrita por inmoral, por fraudulento, porque se trata de una trampa de la que se hace ostentación con desparpajo. Y da ira cuando los regalos se restriegan en la cara de los miles de venezolanos en general y universitarios en particular, a quienes se les dice que no hay presupuesto para dotar los servicios, culminar las obras, tapar los huecos o pagar sueldos dignos y justos. Da indignación ver al comandante comprando adeptos o adictos, diplomas y títulos, cuando aún no salimos del estremecimiento de ver a nuestros estudiantes cociéndose los labios por un trato decoroso a las universidades. ¡No hay derecho!

Da pena ver al viejo camarada “Pepe Mujica”  con el rostro metido en el pecho mientras nuestro charlatán no para de apabullar con su mochila y con su locuacidad,  insoportable para quien no tenga en el hocico su bozal de arepas. Nadie sabe qué dirá en definitiva de los presupuestos de las universidades autónomas ni con los de cualquiera otra institución con la suficiente dignidad para no bailar al son de unos dólares. Lo que sí sé y lo saben los merideños es que en esta celebración de los 200 años de vida independiente, la inmensa mayoría tiene dignidad y gallardía, y defenderá los valores colectivos como lo supo hacer en tiempos en que le sonaron las morocotas y no dio ni medio paso, sino que se sacudió el yugo de la tiranía, creo sus instituciones, dictó la primera Constitución y se unió con las otras seis provincias para formar a Venezuela. Mérida fue una isla en un país saqueado, humillado y ofendido por caudillos y militares, no sin pagar su cuota de Judas, como hoy.
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***Fortunato González
Profesor titular de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Máxima Casa de Estudios de la U.L.A.
Miembro Correspondiente Estadal de la Academia de Mérida.

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