su antiguo Rector de la U.L.A.
LA GALERÍA "MANUEL DE LA FUENTE"
Por Fortunato González (1)
Por la calle real (Diario Frontera de Mérida)
Mérida-Venezuela 23 de fenrero de 2010
Manuel de la Fuente quiso convertir la casa de habitación en la que formó su hogar y levantó su familia en una galería de arte. ¡Un costoso capricho! La idea le obsesionaba: abrir un nuevo espacio para el arte en donde la gente pudiese estar en contacto con su producción artística, dejar a un lado el desorden propio de un taller de artista que aunque situado en el hermoso Valle Grande, no permitía el marco estético que facilitara la observación detenida de la obra. Quería un espacio apropiado, la iluminación adecuada, la colocación de cada obra en el sitio justo. Su casa, adquirida en los tiempos grandes de Pedro Rincón Gutiérrez que pensó en la digna existencia de los profesores y creó la urbanización Santa María, también es diseño suyo.
Es de suponer que dejar el taller de toda la vida le haya producido el sentimiento entre amargo y dulce de la nostalgia, como el cambio de residencia de una amplia casa a un edificio de apartamentos; pero más pudo la pasión por el arte y el compromiso con la ciudad. Transformar su casa en galería significó un inmenso esfuerzo físico y mental que debilitó su salud, que le avisó justo cuando celebraba con sus amigos la alegría de la apertura. Había trabajado con febril dedicación para tenerla a punto justo cuando se reunían en Mérida sus amigos taurinos y dispuso la apertura para el lunes de carnaval, cuando la cita taurina alcanza la máxima densidad. Y allí estábamos todos viviendo aquel momento singular.
Es de suponer que dejar el taller de toda la vida le haya producido el sentimiento entre amargo y dulce de la nostalgia, como el cambio de residencia de una amplia casa a un edificio de apartamentos; pero más pudo la pasión por el arte y el compromiso con la ciudad. Transformar su casa en galería significó un inmenso esfuerzo físico y mental que debilitó su salud, que le avisó justo cuando celebraba con sus amigos la alegría de la apertura. Había trabajado con febril dedicación para tenerla a punto justo cuando se reunían en Mérida sus amigos taurinos y dispuso la apertura para el lunes de carnaval, cuando la cita taurina alcanza la máxima densidad. Y allí estábamos todos viviendo aquel momento singular.
"Cristo de las Multitudes"
Testimonio de fe
La Galería de Arte “Manuel de la Fuente” exhibe una pequeña muestra de su inmensa obra, que no la puede contener ni su casa, ni la ciudad de Mérida, ni el país entero porque se encuentra en muchos lugares del planeta. Recibe al visitante el Cristo de las Multitudes en una pequeña plaza que da testimonio de la fe, y que tiene en medio de un pequeño jardín una de sus obras emblemáticas: un gran tonel en el que se apiñan ya para entrar, ya para salir, una masa de gente. La puerta de acceso a las salas es una composición de las diversas expresiones estéticas de Manuel. Al entrar se consigue la obra taurina, como para que quede sentado de una vez por todas que se trata de un andaluz que echa por delante sus toros, únicos, irrepetibles, con casta y trapío. Si sus manos le han dado la forma, su pasión les ha puesto la bravura. El artista sabe de eso porque lo lleva en los genes. Los toros de Manuel de la Fuente tienen la casta de los Pablo Romero, de los Miura, de los Victorinos, de los Parladé, de los Murube; y acometen con el temple del capote de Juan Belmonte y Luís Francisco Esplá, y la muleta de Enrique Ponce y Morante de la Puebla. Ha sabido perennizar en el bronce toda la casta de una raza que de no ser por la pasión ya hubiese caído víctima de la abulia de estos tiempos globalizantes.
Un poco más allá están los desnudos, el homenaje que le rinde Manuel de la Fuente a la mujer, a las cobrizas andinas que le sirven de modelo y a la exuberancia de Marilyn Monroe. Como los toros, los cuerpos femeninos tienen una carga erótica ya no expresada en el poder, sino en la sensualidad de las formas que pone al descubierto el éxtasis, la fogosidad del placer como si saliera del alma. Luego sus multitudes, en las que el artista pone su angustia de cara al fenómeno humano. Le preocupa lo anónimo, la renuncia, la derrota; la pérdida de sentido, de ilusión y de esperanza. Las multitudes me deprimen porque el ser individual queda atrapado en la masa anónima que se deja arrastrar sin carácter ni voluntad. Quizás esta imagen la disipa el Cristo de las Multitudes pero en el género percibo una concepción pesimista del hombre. Es la misma angustia, supongo, que también se encuentra en “Poeta en Nueva York” de Federico García Lorca.
Hay mucho más, muchísimo más en la Galería de Manuel de la Fuente, como queda también mucho dentro de este artista que lo irá dejando en el mármol, en el bronce y en el lienzo en la medida de su tiempo.
Fortunato González glosa la figura y obra de Manuel de la Fuente
J. Lamarca, Manuel de la Fuente, Javier Hurtado, Fortunato González,
(1)
Manuel de la Fuente rodeado de sus amigos y admiradores, el ganadero Miguel Gutiérrez, J. Lamarca, Fortunato González, Jesús Colombo, el escultor taurino José Castañeda y señora.
J. Lamarca, Manuel de la Fuente, Javier Hurtado, Fortunato González,
y la decana de la Facultad de Arte, Nory Pereira
ante su obra del "Cristo de las Multitudes"
(1)
Fortunato González es catedrático de la Universidad de los Andes de Venezuela y Director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni"
Siempre me resultó curioso pensar que si Jesús, en lugar de ser crucificado, hubiese sido asesinado en la silla eléctrica, hoy la gente llevaría una colgada del cuello... El símbolo del cristianismo era un pez, no un elemento de tortura. Saludos.
ResponderEliminar